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martes, 19 de abril de 2011

Sexo en la oficina

Todo el mundo fantaseó alguna vez con tener una aventura sexual en el trabajo. Cada uno sabrá en qué terminó todo aquello. Lo cierto es que, así nunca hayan avanzado o todo haya quedado en un simple coqueteo histérico, el ámbito laboral ofrece un sinfín de oportunidades para cumplir fantasías, conseguir pareja, amantes, ascensos, aumentos y despidos.


Con las historias de sexo en la oficina (o donde sea que trabajes) podríamos llegar a editar cientos de colecciones de literatura erótica. Solemos pasar tantas horas en el trabajo que resulta inevitable que el sexo surja entre los temas de agenda.

Algunas historias terminan en casamiento o convivencia; pero otras, mejor olvidarlas. El problema es que al día siguiente hay que volver y seguir compartiendo el escritorio con quien hasta hace un rato estuvo en tu cama. ¿Cómo se hace? No hay fórmulas, sólo hacerse cargo.


El trabajo en "equipo", las horas extras, las guardias, las fiestas de fin de año, los congresos, los viajes, etc. son todos terrenos pantanosos. Los juegos de poder con el jefe, la sumisión de la secretaria, el cachondeo de los muchachos de seguridad, las chicas de limpieza, el ranking hot entre "sectores". morbos recurrentes. Las cartas están echadas y cada quien sabrá qué se juega. Pero no siempre tomamos conciencia de a dónde estamos yendo.

El coquetear en doble sentido puede resultar divertido, estimulante, inofensivo. Sin embargo, todos los que avanzaron un casillero más coinciden en señalar que lo de ellos empezó como un juego y que jamás pensaron que iba a llegar a donde llegó.

Sorprende un estudio publicado en 2009 por el Journal of Applied Psychology, destinado a analizar el comportamiento sexual en el ámbito laboral, que llegó a la conclusión que mezclar sexo con trabajo termina jugando en contra del bienestar emocional de los empleados. La situación, incluso, puede llegar a generar cuadros de desvalorización, depresión y ausentismos considerables.

No todos pueden sostener los derivados de lo que siempre empieza como una broma inocente. Son dos los que juegan y, muchas veces, una de las partes no entiende las reglas o pretende otro premio o casilla de llegada.


El objetivo del trabajo, realizado en Canadá, era observar si hombres o mujeres sacaban algún provecho de este juego de bromas o suspicacias. Sin embargo, los científicos no hallaron ni un mayor disfrute ni un fortalecimiento de los lazos afectivos.

Según los autores del artículo, sólo un 25% de los encuestados encuentran divertidas las típicas picardías o bromas sexuales que implican a dos compañeros de oficina. El 50% se mostró indiferente a este juego.

De hecho, muchos empleados reprimen cualquier flirteo inocente porque ya saben del peligro. Son los que suelen levantar la bandera del "donde se come, no se .". También se ponen un freno los hiper-responsables y amantes de la camiseta, que saben que a las empresas no les gusta demasiado el "cruce de legajos".

Las empresas saben que las historias de amor y/o de sexo son moneda corriente. Lamentan, incluso, la inclusión de los chats y otros canales online que, además de agilizar el trabajo y la comunicación interna, terminan siendo el cartero virtual que tira la flecha o echa el primer perro.


Fuente: Ohlalá

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