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martes, 17 de mayo de 2011

S.O.S : "Lo amo, pero me aburro"

Todo entre ustedes marcha sobre ruedas: se llevan bien, tienen buen sexo, buen diálogo y él te parece el más hermoso de todos. Lo mirás cuando está en la compu y de atrás, así, te parece un actor francés, lo mirás cuando habla, cuando come, cuando se ata los cordones: estás rotundamente enamorada y sabés bien que él también te ama. Hasta ahí, el amor en un galope triunfal.

El tema es que todo esto... ¿cómo decirlo?, no alcanza, no llena, ¿no tiene acción? Mmmmmmm, algo por el estilo. Lo pensás bien, le das vueltas al asunto, y un día, como por arte de magia, aparece el nombre del asunto: "¡Me aburro!". Se aburren juntos, bueno. No pasa nada grandioso, te sentís en un llano, en la pampa de lo previsible y del automatismo sin fin. Tranqui, no siempre es algo grave, ni terminal, ni crónico. Hay distintos casos y razones. Como así también, maneras de resolverlo




Lo que a mí me divierte, a él no 

Es dulce, protector, pero no es lo que se dice un tipo verbal ni ocurrente. Cuando sus amigos vienen a tu casa para ver un partido de fútbol como cinco adolescentes, se apodera de él una sintaxis nutrida, una verborragia y una elocuencia realmente estimulantes. Pero en las salidas de a dos, es un tipo más bien "sereno" (para ser suaves). Se duerme antes del postre, te tironea para que lo dejes sentado cuando lo invitás a la pista y prefiere quedarse en casa mirando una peli a salir a tomar algo por ahí. "La noche no es lo mío", dispara rotundo, como si eso espantara tus ganas de hacer cosas.

La noche no es lo suyo, pero tampoco lo son las tardes al aire libre, los paseos por la ciudad, los viajes relámpago en mitad del año. Las noches no son suyas y la inventiva tampoco. Pero lo querés, y mucho, entonces concedés la noche del viernes ante la tercera temporada de su serie favorita. Y así, lentamente, sentís cómo vas derrochando los mejores años de tu carne en ese reposo tedioso que parece ser la actividad favorita de él. "Yo podría estar por ahí, con mi vestidito nuevo, paseando en esta noche divina de abril", pensás, y cuanto más lo pensás, más te quema la cabeza.




Lo que a él lo entretiene, a mí me embola 

Un día, se lo planteás: es domingo a la noche y es el día por excelencia para que las parejas se hagan planteos existenciales. Le decís que te aburre su poca inventiva, que al principio eso te pareció que tenía que ver con su tempo interior, que te decías: "Él es más tranqui que yo, es súper relajado, chicas, no saben cómo me relaja cuando llego acelerada del laburo", pero que, de a poco, su estilo zen te empezó a embolar.

Te gustaría que fuera distinto, que se le ocurrieran más salidas, que un día trajera alguna idea loca, un viaje exótico, o ni tanto, ponele, ¡dos boletos de tren a Tigre! O algo para leerte, algo lindo que vio en algún lado y que quiere compartir con vos, o incluso una peli para ver juntos y que ¡les guste a los dos! Pero la ecuación no tiene más vueltas: lo que a él le divierte, a vos no. Mientras que, para vos, el mundo está ahí afuera esperando ser descubierto, para él, las cosas grandes pasan en la compu, en la cama y en la PlayStation.



La paso mejor sin él 

No es que prefieras salir "sola", porque cuando vas al cine sin él, lo hacés con tu ex compañera de la facu; cuando tenés que comprarte ropa, vas con tu hermana; cuando elegís salir a tomar algo sin tener que cargar con un cuerpo muerto (el de él!), salís con las chicas de la ofi que tienen buena vibra y son solteras sin problemas... Bueno, para ellas no hay problemas porque, para vos, ahí está el tema. Que sean solteras hace de las salidas algo muy distinto de lo que esperás, porque no estás para histeriquear con nadie, no te importa si los de la mesa de al lado son lindos, pelados o gordos, pero a ellas sí.




"Basta, chicas, estoy comprometida, no me interesa si nos miran". Y ahí pensás en él: en la cama, en calzoncillos y medias viendo The Wire. De nuevo, la ternura que lo envuelve. Saludás, alegás sueño y vas en busca de él. Y en el camino a su supuesto rescate, pensás que te hubiese gustado salir con él esa noche y no con cuatro veinteañeras preocupadas por el pelo. Pero él: ni signos de querer abandonar la trinchera.

Conclusión 

¿Muerte o resurrección de la pareja?
Por cómo lo venimos tratando, pareciera que es el final de la película, que no hay vuelta atrás, que estás condenada a divertirte preparando pochoclos para los muchachos que tenés amotinados en el living desde hace seis horas. Pero no tanto, hay una salida, y es: vos.

Las relaciones suelen empobrecerse mucho cuando cada uno, por separado, se empobrece; hacen falta búsquedas individuales, hobbies, un área de interés que nos anime más allá del otro. Eso hace que la pareja, cuando se encuentra, esté renovada.

A veces, esos "aburrimientos" hablan de falta de proyectos en común; por eso, asumir esto como una crisis nos va a permitir trabajarlo, tratar de volver a encontrarse con él desde otro lugar.

Para reencontrarse, hay que partir de una distancia, y esa distancia no implica una separación sino, simplemente, que cada uno tenga sus espacios de enriquecimiento propios. Ni el enamoramiento ni la buena convivencia perduran si no hay proyectos y nuevos estímulos entre los dos. Entonces, deberíamos volver a empezar y cambiarle el título a la nota: lo amás "y" te aburrís con él.

Tratá de conciliar, evaluá si lo que te pasa tiene que ver con estar atravesando una crisis, si hay, por ejemplo, ausencia de planes, y ponete a trabajar primero en vos.

Muchas veces, la pareja carga con las frustraciones individuales, y eso hay que asumirlo personalmente para lograr superarlo y para evitar que la confianza y la cotidianeidad que dan los años no terminen siendo dependencia, porque eso obtura el deseo.



Fuente: OhLalá

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