Cabello y cuero cabelludo: las caricias en esta zona ayudan a liberar tensiones al comienzo de la relación sexual. La relajación es esencial para que se pueda generar buena tensión sexual en el cuerpo.
Orejas: la parte de atrás de las orejas y el pabellón auricular aumentan en sensibilidad a medida que la persona va excitándose.
Nuca, cuello y hombros: son, al igual que las orejas, algunas de las zonas erógenas más populares.
Ojos: besitos suaves sobre los ojos cerrados estimulan los nervios parasimpáticos de los párpados y producen una relajación que hace más sensible la relación.
Boca y lengua: no las debemos olvidar como zonas de gran erotismo. ¡Los besos no son sólo para comenzar la relación!
Zona axilar y cara interna del antebrazo: son áreas en las que la estimulación manual suave puede resultar muy placentera. Sin embargo, requieren un cuidado especial: ¡cuidado con las cosquillas!
Dedos: muchas personas disfrutan de la estimulación oral de los dedos, así como de la imagen visual erótica que se crea mientras la pareja coloca deditos propios o ajenos en su boca.
Columna vertebral: a sus costados tenemos una serie de nervios que pueden estimularse manual u oralmente, subiendo y bajando a lo largo de la espina dorsal.
Parte baja de la espalda: resulta especialmente sensible para muchas personas, ¡no la olvides!
Perineo: la zona que se extiende entre los genitales y el ano es un área de alto erotismo. Es sensible tanto a caricias manuales como orales. Lo mismo ocurre con el ano, cuya estimulación, tanto en el hombre como en la mujer, provee una excelente plataforma orgásmica.
Parte interna de los muslos: dada su cercanía a los genitales, resulta sumamente erótica en los juegos de caricias.
Pies: suelen proveer gran placer al ser tocados o besados. Con ellos es importante cuidarnos de las cosquillas.
Fuente: entremujeres
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