Admitámoslo: ninguna chica heterosexual entiende del todo el encanto de lo que hay entre sus piernas. Y aunque muchos artistas comparen esa zona de la anatomía femenina con flores y estrellas, la mayoría de nosotras no comprendemos su atractivo. Pero hay algo que es cierto más allá de nuestras impresiones: cuando a un hombre le gustás, cada centímetro de tu cuerpo le parece digno de ser tocado y besado.
Tu perfume íntimo
La mayoría de las chicas nos aterramos con la sola idea de no oler a rosas. Este miedo es el principal impedimento para dejarlo bajar. La noticia es que si tu higiene es la normal y tu salud está OK, este ítem no merece tanta reflexión. Olés a mujer, y agradecelo, porque ese olor es más poderoso que la fragancia más exótica. Basta con recordar el importante rol que juegan las feromonas, las hormonas que despiden los animales para invitarse mutuamente al apareamiento, para entender por qué ese aroma excita tanto a tu compañero. En el mundo animal, ése es el recurso de seducción por excelencia. Olvidate de ser una señorita y guiate por el instinto.
Tu sabor personal
Tu sabor personal
Tu gusto está directamente relacionado con el punto anterior, lo cual puede ayudarte a entender por qué para él sos deliciosa. Una vez más: el sexo nos retrotrae a un nivel de comunicación instintiva, básica, animal y ¡maravillosa! No juzgues tu sabor con parámetros gourmet. No existe el "rico" o "asqueroso" en los términos con que entendés las demás cosas que te llevás a la boca. Y hablando de eso, ¿acaso vos pensás que íntimamente él sabe mal? Usualmente, cuando el deseo se apropia de nosotras, ni pensamos en eso.
Revelale el misterio
Tal vez esa textura de rugosidad húmeda con la que estás dotada no te parezca nada muy tentador, pero ahí radica, en gran parte, el misterio femenino. Nuestro cuerpo no es tan obvio como el de ellos. En nuestra anatomía, nada se despliega ante los ojos de un hombre sin exigirle cierto esfuerzo e investigación. Para los hombres, esa zona es un enigma. Dejalo que baje e investigue. Es probable que te termine enseñando cosas sobre tu propio cuerpo que ni vos sabías y que revelen juntos el intrincado acertijo del deseo femenino.
El placer es contagioso
Se podría deducir que en esa extraña posición y durante esa "dura" tarea, él se aburre, pero ¿estás tan segura? No hay manera de que para él no sea terriblemente excitante oírte gemir y suspirar. Eso, claro, siempre y cuando te lo permitas. Pensá que el mayor placer de dar sexo oral es ver el placer del otro. No sólo porque está buenísimo que nuestro compañero disfrute, sino porque está buenísimo saber que somos nosotras las que lo provocamos. Eso les sucede a ellos cuando se ponen manos (¡o lengua!) a la obra, porque saben que el placer es contagioso.
Disfruta el poder
Desde Bill Clinton hasta la película porno más clásica, ellos disfrutan de sentirse "atendidos" por señoritas. Nada parecido les pasa a las chicas. La culpa, el pudor y hasta la pena por el compañero son sentimientos más comunes en nosotras. Olvidate de esto y empezá a entender el sexo como una celebración de lo que sos. Y si el mambo del poder sigue incomodándote, pensalo de otra manera: permitite recibir este mimo.
Extraña sensación
Extraña sensación
Tu incomodidad a la hora de recibirlo ahí abajo es física, es decir, él te molesta o te raspa con lo que hace: puede que no sea problema tuyo y que él esté haciéndolo mal. ¿Qué es hacerlo mal? Sólo vos podés saberlo. No a todas las chicas les resulta lo mismo. No existe una fórmula sobre lo que funciona, y es por eso que vos tenés que ponerle onda. Si todavía no disfrutás del sexo oral, tal vez no te conozcas tanto como para guiarlo. Exploren juntos, entonces, tal vez él te deje con la boca abierta...
Fuente: Ohlalá
No hay comentarios:
Publicar un comentario